Acoso a las niñas dentro y fuera de la escuela – II
Palabras obscenas murmuradas o gritadas a voz en cuello al paso de las niñas, por sus compañeros o por hombres de diversas edades. Las niñas también sufren acoso en el transporte público.
[Familia – Acoso escolar / Mujeres Hoy]
‘Las niñas en el país de las pesadillas’
Los docentes intolerantes
El acoso no sólo está presente con diferentes matices en el alumnado sino en el propio cuerpo docente. Como el maestro de matemáticas aquel, que obligó al alumno a quitarse la pulsera que portaba porque «es de niñas” y amenazó a todo el grupo con cortarles con tijeras las pulseras a todo aquel niño que las portara, ignorando por completo las leyes en contra de la discriminación y el respeto a la integridad de los jóvenes.
O, el que se permitió arrojar a un lado los pupitres para amedrentar a los alumnos. Es decir, el maltrato, la intolerancia sembrada desde las primeras experiencias de socialización para los hombres y mujeres que construirán la realidad más próxima.
Acoso a las niñas dentro y fuera de la escuela
A todo ello, es necesario sumar el ambiente general que rodea a las alumnas, camino a la escuela, dentro de la escuela y en el camino de vuelta a sus casas.
Palabras obscenas murmuradas o gritadas a voz en cuello al paso de las niñas, por sus compañeros o por hombres de diversas edades que las acosan en las calles, en el transporte público.
Palabras que aluden a su sexualidad, palabras que lastiman su autoestima, señalamientos sobre el aspecto de los cuerpos cambiantes de aquellas que apenas están aprendiendo a desenvolverse en la vida diaria. Lo peor, en ocasiones las palabras se tornan en tocamientos indeseables.
Para C, aún en el nuevo plantel, el acoso escolar en las niñas no termina: el niño que le pidió ser su novia y al cual ella rechazó, la señala, la persigue, le ha puesto apodos. En dos ocasiones le ha hecho ofrecimientos: Dejará de llamarla con sobrenombres, si acepta ser su novia; dejará de hostigarla, si acepta ser su novia.
Situaciones muy parecidas viven otras compañeritas suyas. Las niñas saben ya bien a estas alturas que no pueden recurrir a las autoridades escolares porque, perciben, que no tomarán ninguna acción significativa y que probablemente les repetirán el discurso de que deben darse a respetar.
La victimización escolar de las niñas
Además, hay familias que todavía las culpabilizan a ellas, las sancionan, las violentan si denuncian lo que les ocurre. Entonces, toman las únicas acciones que están al alcance de niñas de diez, once y doce años: Ellas, a su vez, les gritan insultos, todas la palabras fuertes con que se les ocurre rechazarlos.
Intentan patearlos o abofetearlos cuando se les acercan demasiado. También, optan por el correr, escapar, cuando ven aproximarse a quienes les hostilizan.
Las salidas que estas niñas encuentran no son sencillas ni completamente efectivas. Es injusto el que se vean obligadas a correr cuando va hacia ellas el agresor.
Dejan la charla con sus amigas, el material de la escuela, el almuerzo para después. Muy probablemente, el vivir en la constante renuncia no es un camino que les siembre fortaleza. ¿Qué elementos de autoconfianza y de supervivencia les estamos facilitando?
Hay que preocuparse. Un estudio avisa: «el número de suicidios femeninos se reduciría en un 10% si se eliminara la frecuente victimización escolar de las niñas”.[4]
Violencia contra las niñas
Por otra parte, la respuesta física puede ser peligrosa. Un ejemplo de ello le ocurrió a V, que también acude a una escuela en el Distrito Federal, a quien en la aglomeración a la hora de la salida del salón de clases, un compañero suyo le tocó las nalgas y ella volteó para abofetearlo.
Él la tomó por el cuello y la apretó contra la pared hasta cortarle la respiración. Sólo cuando se asustaron algunos compañeros y compañeras acudieron en la ayuda de V para que fuera liberada. V quedó con las marcas de los dedos del agresor por días.
Las niñas padecen la constante arbitrariedad de quien las violenta, pero además no deben responder porque a partir de ello, ante autoridades, ahí sí, el varoncito será escuchado: “Ella también me insultó, ella me gritó tal cosa, ella me pateó, me arañó”.
¿Ya ven, cómo son ellas las responsables? Generalmente, las autoridades se lavan las manos diciéndoles que se respeten mutuamente.
No analizan el trasfondo de estos conflictos, en donde una jerarquía cultural de géneros está presente en estas relaciones agresivas, en estas imposiciones de modos de relacionarse. En donde ser niña o ser niño, todavía, implica distintos accesos al poder cotidiano a protegerse o no, a ceder o no, a ser respetadas o no.
Entonces, si denuncian, si no denuncian, si toman su propia defensa verbal o física, si corren, las niñas llevan las de perder.
Ver:
El contínuo acoso escolar en las niñas – I
Violencia hacia las mujeres – Acoso escolar en las niñas – III
Por Patricia Karina Vergara Sánchez
México
pakave@hotmail.com
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Cuidate Plus
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[4] Matey, Patricia. Las niñas que ha sufrido acoso escolar tienen más riesgo de suicidio que los chicos. El Mundo. Madrid, 2009.
http://argijokin.blogcindario.com/2009/03/10246-las-secuelas-del-bullying-tienen-genero.html
1 – 02-09-2020