Antònia Roig (Rogenca) – La ceramista de formas y pantones arraigados a la tierra

 

[Cerámica artística] 

 

Por Marina Torné

 

Las piezas de Antònia Roig se me antojan acurrucadas en un lugar atávico, allá donde la memoria marca a fuego lento (a veces), filigranas de vida. Las manos de Antònia moldean con pasión (a la vista está), todo un poema de formas y pantones, profundamente arraigados a la tierra; un canto a los orígenes, que casi, casi, destila sabores y olores; un andar de trayectoria paciente, delicada, y ‘dedicada’, sin duda.

Mientras me pierdo en un mar de colores y de superficies irresistibles, me sumerjo en el viaje que nos propone la artesana: subo y bajo escalones, abro y cierro cajas, me asomo a abismos…

Tras saludar a sus amigos, Antònia me revela sus planes de futuro.

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«Cerraré la tienda de La Bisbal d’Empordà y haré las cosas que siempre he querido hacer: cosas como éstas. Durante toda mi vida me he dedicado a la pieza seriada. Ahora, mi objetivo es la pieza única y disfrutar con el trabajo. Me siento, reposo en los escalones, también medito… Medito sobre cómo será mi vida a partir de ahora».

He dado un vistazo a su web y me ha parecido que Antònia tiene en su poder el ‘secreto’ de los ingredientes para que una cena ‘especial’, resulte todo un éxito: iluminación, aromas sugerentes, menú susurrado y… ¡vajilla Rogenca!

«¡Sí!», sonríe Antònia, «¡Sin duda! Además todas las piezas tienen una parte sensual: un lugar donde coloco mi huella personal, mi marca; formas orgánicas que recuerden a la persona que hay tras cada objeto. Para mí, esto es muy importante».

Rogenca nos confiesa que las exposiciones constituyen siempre un reto. «En esta ocasión, ésta ha supuesto una oportunidad para investigar con los esmaltes: hacer ‘cocinitas’… No existe ningún ceramista que no sea un poco ‘cocinitas’. Sacar de aquí, poner allá…»

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Fotografías: ©2014 Marina Torné 

Porque no puedo evitarlo le menciono una escena: la de la película «Ghost». La del torno y todo lo demás. «Las manos de la ceramista ¿son especiales?», pregunto. «Sí. Hay quien desearía que me las protegiera mejor: que no me queme, que no me dé golpes… La verdad es que no me las cuido nada. Nunca me he puesto guantes, por ejemplo, y aquí están, tal y como las ves».

Pero yo quería ir un poco más allá e insisto. Pienso en que las manos del artista deben de ser, como mínimo, más…inspiradas.

«Sí (…) ¡Sí! (ja, ja) Rotundamente… ¡sí!».

Los corales y las puntillas, las cajas y los escalones de Rogenca, su Mediterráneo, sus ‘paisajes secretos’, se preparan para el sueño. El caleidoscopio palidecerá cuando se apaguen las luces para brillar de nuevo, al día siguiente, con el fulgor de las cosas que siguen la estela que nos dicta el corazón.

 

Ver:
Antonia Roig (Rogenca) y Camil·la Pérez Salvà – Maestras artesanas y ceramistas 

 

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marina.torne@gmail.com
Barcelona, 09-09-2014

 

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rogenca.com