Begoña Oro – «Fingir que no soy tímida es una de las cosas que mejor...
[Literatura]
Por Marina Torné
Begoña Oro, nacida en Zaragoza (España), ha sido durante mucho tiempo editora de obras juveniles, y ha impartido talleres de lectura en Centroamérica y España. Traduce libros para niños y es una de las plumas más representativas de la literatura infantil y juvenil en español.
Con su primer libro para adultos tilulado ‘¡Buenas noches, Miami!’, ha ganado el X Premio Eurostars Hotels de Narrativa de Viajes que le fue entregado durante una fiesta celebrada en la terraza ‘Black Marina’, del hotel Eurostars Grand Marina 5*GL de Barcelona, el pasado 27 de junio.
¡Buenas noches, Miami! es una autoficción con rasgos de novela de viajes, con mucho humor, pinceladas de amor y toques de poesía. Su autora ofrece al lector una historia entretenida y reflexiva: Miami es el sitio ideal para no sentirse como en casa, sobre todo porque no es la casa de la mayoría de quienes lo habitan.
Las palabras de «Aranmanoth» y «El amor en los tiempos del cólera», se balancean suaves al compás del vuelo de las gaviotas que flotan, con equilibrio circense, a escasos metros de nuestras cabezas.
Arropados por un emotivo silencio, Matute y Márquez nos han hablado de viajes del corazón, y digo yo que estos son los más fáciles de organizar, pero los más difíciles de andar.
Por suerte, a estas alturas y desde estas alturas, todo se ve un poco diferente: todo se ve como por primera vez aunque en mi caso ya van dos ocasiones en las que tengo el privilegio de contemplar la ciudad y su mar amarrada a este lugar de ensueño.
Hay una luz crepuscular que enamora… puede que en tan sólo en tres minutos. Y esa luz descubre un cielo guerrero que invita a dejarse llevar por la orgía de colores, olores y sabores. Y de esta escenografía emerge una mujer -cabellos rojos, interminables pendientes, ropa negra y fina estampa, como recién salida de un cuadro de Klimt- que se funde en una paleta de fuego y de viento.
Ella afirmó en una ocasión: «De todas las cosas que sé fingir, fingir que no soy tímida es una de las que mejor se me da».
Al escuchar a Begoña Oro dirigiéndose al público para agradecer su premio -con su saludo: «Bona nit, Barcelona!» -hemos comprobado que, en efecto, finge fantásticamente no ser tímida. Del mismo modo, en la distancia corta, Oro se maneja muy bien: domina a la perfección el difícil arte de modular la voz, contener los gestos y usar con sabia precisión las pausas.
Con un maquillaje discreto, casi japonés, tan sólo atacado por un rouge atrevido, la escritora me confirma que sí, que su viaje a Miami tuvo mucho de iniciático: «Uno de los motivos fue que yo cumplí años allí; un cambio de década… ¡Te puedes imaginar cuál!» (ja, ja). (Le digo a la escritora que mejor me callo porque puedo meter la pata y… ). «Sí, mejor, porque si te equivocas por arriba, es terrible» (ja, ja). «¡En fin! El caso es que fue un viaje en el que me descubrí un poco más. Sola, lejos del hijo que has tenido pegado a ti hasta entonces, en una ciudad donde la gente parece que no cumple años… porque hacen todas las cosas posibles para parecer que no cumplen años».
Pregunta: ¿Y qué hacen?
Respuesta: Pues bótox, todo tipo de operaciones… Miami te propicia esta reflexión: el miedo que tenemos todos a envejecer, tanto hombres como mujeres y que es, en definitiva, un miedo en diferido a morir. Es un libro que tiene mucho humor pero que también habla de cosas muy serias. Es muy, muy íntimo.
P. Esa madera de estrella del rock que hemos visto en el escenario, ¿se la ha traído de Miami? Parece que algo muy heavy se ha llevado de allá. (Le echo el anzuelo… pero no pica).
R. (Ja, ja) Es curioso que me haya traído paz de un sitio tan poco pacífico. Un sitio de fiesta, de noche… Me he traído mucha seguridad. Es cierto que estoy acostumbrada a hablar en público, pero a un público muy distinto del de hoy. Me dedico, sobre todo, a hacer literatura infantil y juvenil. Constantemente voy a los colegios, doy charlas a niños, a adolescentes… Pero… es que Miami ha sido un enfrentamiento a mi ‘yo’, mujer… No sé cómo decirte… Miami ha sido… ¡otra cosa!».
P. «¿Life is simple, mi amol?«
R. (Ja, ja) Sí. La vida es sencilla. Lo que pasa es que nos la complicamos y hay formas fantásticas de complicárnosla. Pienso que nuestro deber es complicárnosla… pero bien.
P. Como escribiendo este libro y ganar.
R. Pues sí.
P. Y ganar 18.000 euros que invertirá en…
R. Cuando un escritor gana un premio creo que siempre hace lo mismo: tomarse un tiempo para dedicarse sólo a escribir, por esto vas cogiendo encarguitos, traducciones… Con este premio estaré un tiempo sólo escribiendo, y si me puedo ir a Miami otra vez, ¡mejor que mejor!».
P. En su discurso ha dicho que le gustaría vivir siempre en un hotel. Un poco pelota por su parte.
R. ¡No, no! ¡De verdad que lo creo a pies juntillas! Yo desde pequeña he querido vivir en un hotel. Es como un sueño. De verdad. ¡Te lo juro!
P. Muy impersonal.
R. ¡No, no, que va! Pones tus flores, tus libros y tal… A mí, lo que no me gusta es hacer las cosas de casa. Me fascina la sensación de estar siempre de viaje, viviendo en un hotel. Bajas al hall y ves pasar gente nueva cada día, gente que, además, tiene ganas de conocer a gente… ¡Y en éste tienen hasta una carta de almohadas!
P. Y ahora, cuando vuelva a su casa ¿la recibirán como a una heroína?
R. Me dijeron hace un mes que había ganado, pero no podía decirlo. Era un secreto y a mí me encanta guardar secretos. Saber algo sólo yo. Por eso me encantará volver a casa y poder contar lo del premio.
P. Los zapatos que lleva, ¿son cómodos?.
R. No. (Ja, ja)
P. ¿Un martirio?
R. Sí. La verdad es que me encanta llevar tacones. ¡Ojalá existieran tacones que no hicieran sufrir tanto! ¿Cómo son los tuyos?
P. Pues también son incómodos, pero llevo puestas unas almohadillas de gel-silicona que…»
R. ¡Ah! ¡Ya sé, ya sé!
Miro de cerca sus zapatos y pienso que bien vale la pena sufrir un poco para poder pisar con garbo, aunque sólo sea un ratito, no más. («Puedes escribir en pantuflas, pero para comerte el mundo, tienes que llevar tacones», me repito, y muy a mi pesar).
Oro, antes de marchar, promete buscarnos en la red. Se despide con una sonrisa, y tal y como llegó, se fue.
Y el día ahora ya es de noche. Me pregunto de dónde serán los cantantes, que tan insistentemente han puesto la banda sonora a la velada. Observo que este año ha habido más demanda de sushi, que de paella; que continúa teniendo más éxito el cava rosado, que el otro; que la brisa del mar sigue encrespando los cabellos… como tiene que ser.
Dejamos atrás a Begoña, feliz en ‘su’ hotel y con ‘su’ carta de almohadas. Espero que ahora su cama no resulte ser de piedra -como amenaza la canción- y tenga un problema mucho más grave. Los cruceros se amontonan a izquierda y a derecha, y no sé si vienen, o si van. («Cuando tú vas, yo vengo de allí…»). Aunque si estoy en lo cierto, y los viajes del corazón hay que ‘andarlos’, con toda seguridad mis tacones no me llevarán más allá de la plaza de La Carbonera, en busca de un taxi.
«¡Life is simple, mi amol!» me susurra una gaviota políglota. «I feel nice, like sugar and spice» le contesto, mientras me alejo del Hotel Grand Marina con aquella conocida sensación de «Colorín, colorado», «Fin», «The End», «Koniec», «Fi».
marina.torne@gmail.com
Barcelona, 27-06-2014
Ver:
Begoña Oro – X Premio Eurostars Hotels de Narrativa de Viajes
Todas las fotografías: ©2014 L. Sedó