Castillo de San Fernando (Figueres, Girona) – Su historia hasta hoy
La historia de sus más de doscientos años de presencia en estas tierras está jalonada de acontecimientos y de controversia.
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El Castillo de San Fernando situado en Figueres (Girona) es la fortaleza abaluartada, considerada como la mayor de Europa. Se encuentra en el término municipal de la ampurdanesa ciudad de Figueres.
La historia de sus más de doscientos años de presencia en estas tierras está jalonada de acontecimientos y de controversia, pero aun hoy en día, lo que queda de su imponente mole es suficiente como para vislumbrar lo que fue.
El Tratado de los Pirineos
Durante la segunda mitad del siglo XVII, después de la firma del Tratado de los Pirineos y a pesar de él, menudearon los conflictos bélicos con Francia por las frecuentes incursiones de sus tropas en territorio español a través de la frontera establecida mediante ese pacto.
Los mandos del ejército español expusieron al rey Felipe IV sus diferentes proyectos sobre la mejor manera de fortificar el territorio del norte de Catalunya,
Mientras se sucedían las escaramuzas agudizadas a la muerte del rey en 1665, cuando Luis XIV ocupó el Franco Condado, llegando los franceses hasta Barcelona en 1692.
Inicio de la construcción del Castillo de San Fernando
Fotografía: ©2016 Marisa Ferrer P.
En 1697, por el Tratado de Rijswijck, España recuperó Catalunya y en 1751, ya bajo el reinado de Fernando VI, el marqués de la Ensenada dio el impulso definitivo a la construcción del Castillo de San Fernando, en una colina cercana a Figueres.
Para ello que se desalojó el convento de los capuchinos, dirimiendo así el rey la prolongada controversia entre los ingenieros militares partidarios de distintos emplazamientos.
Al año siguiente, el marqués de la Mina, Capitán General de Catalunya, encargó al ingeniero militar Juan Martín Zermeño la planificación y construcción de la fortaleza.
Lo hizo ignorando las protestas francesas por la proximidad a la frontera; según los pactos no debía construirse ningún bastión a menos de tres leguas y el Castillo de San Fernando se proyectó a tres leguas y media.
En diciembre de 1753 se iniciaron las obras con la colocación de la primera piedra. En la construcción se siguió el sistema Vauban, debido al mariscal e ingeniero militar francés Sébastien Le Prestre de Vauban.
Su método, adaptado por los ingenieros militares del siglo XVIII, se basaba en un conjunto de reglas matemáticas que debían irse adaptando a los distintos terrenos, en contra de la costumbre habitual para construir fortalezas en un punto dominante del entorno.
Inauguración del castillo de San Fernando
Fotografía: ©2016 Marisa Ferrer P.
El Castillo de San Fernando se inauguró en 1766, inacabado y habiéndose invertido en él treinta millones de reales.
Consta de seis baluartes con sus cortinas, tres hornabeques, siete revellines y dos contraguardias; un camino cubierto con sus correspondientes plazas de armas y un foso.
Con una extensión de más de treinta y dos hectáreas, su perímetro sobrepasa los tres mil metros y sus baluartes y cortinas se elevan trece metros sobre el foso.
Los establos podían albergar quinientos caballos con sus jinetes y alrededor de su extensa plaza de armas se distribuyen alojamientos para autoridades y oficiales, una iglesia, un hospital, un arsenal y una panadería.
Debajo, cuatro grandes cisternas destinadas a contener nueve millones de litros de agua ocupan siete mil doscientos metros cuadrados de los diez mil del patio de armas.
Reemprendimiento de las obras
Con la desaparición del marqués de la Mina en 1767, desaparecieron también las asignaciones anuales para seguir su construcción, dada erróneamente por acabada en algunos informes de la época.
Se reemprendieron las obras en 1786 hasta 1792, aunque tampoco concluyeron en su totalidad entonces.
Los trabajos fueron sin embargo un acicate para la profunda transformación sufrida por la ciudad y el origen de su desarrollo y crecimiento demográfico y económico.
Francia declara la guerra a España
La noticia de la ejecución de Luis XVI se extendió por todo el territorio y pocas semanas después, a principios de marzo de 1793.
La Convención francesa declaró la guerra a España que reaccionó en el mismo sentido declarando el inicio de hostilidades a finales de ese mismo mes.
Ninguno de los dos países estaba preparado para un conflicto bélico.
Los aspectos positivos de la fortaleza quedaban menguados por otros tantos negativos, que según rezaban los informes eran difícilmente subsanables aun cuando se invirtieran sustanciosas cantidades de dinero.
Ataque a Figueres
Los franceses atacaron Figueres que fue abandonada por una parte del ejército en retirada hacia Girona, refugiándose muchos de los combatientes en el castillo, junto a los heridos trasladados desde el hospital de la ciudad.
El 29 de noviembre de 1794, tras una semana de negociaciones, abandonaban el castillo los últimos oficiales de su guarnición, que fue repartida entre Tolosa y Montpellier.
Una capitulación sin batalla previa que dio lugar a un largo proceso posterior a la finalización del conflicto a raíz de la paz de Basilea.
Se habían dejado sentir los efectos de los cambios políticos en el país vecino, tras la ejecución de Robespierre y la autodisolución de la Convención en agosto de 1795.
Fotografía: ©2016 Marisa Ferrer P.
Vuelta a España de la guarnición
Empezaron a volver a España los miembros de la guarnición retenidos en Francia, siendo arrestados en Barcelona los componentes de las diversas juntas.
La votación de la última de las cuales desembocó en la rendición, y en abril de 1796 se formó el consejo de generales que debieron examinar durante los tres años y medio que duró el proceso la conducta de esos cuarenta y tres oficiales.
En enero de 1799 el rey aprobó la sentencia dictada por el consejo de guerra, por la cual se desterró al gobernador y tres altos oficiales de la plaza, en sustitución de la pena de muerte, además de varias destituciones y algunas exoneraciones según el grado de implicación en los hechos juzgados.
Así finalizó la primera etapa del castillo de San Fernando de Figueres, cuyas excelencias y defectos no pudieron ser contrastadas sobre el terreno ya que no había llegado a ser asediado y por tanto defendido militarmente.
Se abrió entonces un nuevo periodo, renació la actividad destinada a finalizar las instalaciones y dotada de una asignación mensual de doscientos mil reales.
La visita de los reyes en 1802 reforzó el deseo de dar un nuevo impulso a las obras, pero tampoco en esa ocasión se alcanzaron los fondos para finalizar los trabajos.
Fotografía: ©2016 Marisa Ferrer P.
Los franceses se apoderaron del castillo
Seis años después, las tropas francesas de paso hacia Barcelona se apoderaron del castillo, pocos meses antes de las abdicaciones de Bayona por las que Carlos IV y Fernando VII renunciaban al trono en favor de Napoleón. Éste nombró a su hermano José rey de España.
Haberse adueñado del castillo provocó una reacción traducida en un intento de recuperarlo, estableciéndose un sitio que duró varias jornadas de combates, que acabaron en fracaso ante la llegada de refuerzos desde Francia.
La actividad guerrillera no consiguió evitar la caída de Girona, que capituló en 1809 y el general Álvarez de Castro, conducido primero hacia territorio francés en calidad de prisionero, fue devuelto a la fortaleza a causa de su grave estado, donde murió al día siguiente de su llegada.
Abril de 1811 fue la fecha en que por medio de un golpe de mano y con la ayuda de unos trabajadores empleados en el castillo, fue recuperado.
Los franceses asediaron el castillo hasta que consiguieron rendir a la guarnición, que capituló después de cuatro meses de resistencia. Los responsables del plan que había permitido la entrada de los españoles fueron ahorcados.
Resistencia de los habitantes de la zona
Sin embargo, el dominio francés sobre la zona fue siempre algo precario, dada la resistencia presentada por sus habitantes organizados en guerrillas que no dejaban de hostilizar al ejército francés.
En 1812, año de la promulgación de la Constitución por las Cortes de Cádiz, una gran sequía contribuyó al empobrecimiento de la población en medio de unas circunstancias ya de por sí difíciles.
En agosto del año siguiente comenzó la retirada gradual de las tropas invasoras, siendo el Castillo de San Fernando el último reducto en ser abandonado.
Corría el mes de mayo de 1814 cuando Fernando VII, restituido en su trono por las Cortes, volvió a España y a finales de mayo los franceses abandonaban la fortaleza, pero no tardaron en volver.
Fotografía: ©2016 Marisa Ferrer P.
Los ‘Cien mil hijos de San Luis’
En 1823 nueva entrada de las tropas francesas en territorio español, los llamados ‘Cien mil hijos de San Luis’. La guerra entre liberales y absolutistas había llevado de nuevo el Castillo de San Fernando al asedio que, privado de refuerzos, capituló.
Veinte años después, como consecuencia de la guerra civil desatada a la muerte de Fernando VII entre los partidarios de la subida al trono de su hermano Carlos de Borbón y los de su hija Isabel II, aún menor de edad, en el Castillo de San Fernando se atrincheraron los partidarios del primero, obligados a rendirse al cabo de varias semanas, concluyendo así el quinto y último asedio de la fortaleza.
Nunca llegó a finalizarse la construcción de elementos originales del proyecto, como la iglesia, el hospital y varios pabellones para oficiales, ni otras de mejoramiento propuestas con posterioridad.
Muchas de las partes construidas desaparecieron durante la Guerra Civil de 1936-39, o por obras de infraestructura, como parte del acueducto adyacente.
Después de haber sido penal y cuartel, perdida ya su utilidad bélica, ha sido acondicionada para recibir visitas turísticas.
Equipo Torese
eMagazine 39ymas.com
Fuente:
‘El Castell de Sant Ferran de Figueres’, de Carlos Díaz Capmany
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