Ducharse es un placer
[Activa tu belleza]
Transformemos el momento de la ducha en un momento de placer, en un paréntesis dentro del estrés diario. Es la ocasión ideal para dedicar atenciones al cuerpo y a la piel.
Escojamos un gel de ducha adecuado para cada ocasion. Por la mañana usemos esencias cítricas, nos estimularán y nos ayudarán a afrontar las actividades del día con más energía. Por la noche, en cambio, escojamos esencias como la camomila, el espliego o la lavanda, ya que tienen efectos relajantes.
Si la piel se reseca fácilmente o se nota tirante, usar jabones neutros enriquecidos con agentes hidratantes. Después de la ducha aplicar algún aceite (p. e., de almendras dulces) que ayudará a la piel a mantener los niveles adecuados de agua.
Si vemos nuestra piel menos luminosa, exfoliar o hacer un masaje con un guante de crin para favorecer la renovación celular, eliminar impurezas y estimular la circulación.
Consejos:
> Después de practicar un deporte o ejercicio intenso o en los momentos en que se tenga mucha calor, no se debe sumergir nunca en una ducha de agua fría dado que supondría una fuerte impresión para el sistema cardiovascular.
> Exponiendo el rostro a un chorro de agua fría de forma intermitente se puede combatir el dolor de cabeza, el abatimiento y la fatiga. Si se aplica sobre las piernas eliminará el cansancio.
> Una ducha caliente alivia los dolores reumáticos y facilita los ejercicios de flexibilidad. Efectuar un masaje intenso con el chorro de agua sobre las zonas doloridas, lo más caliente que se pueda resistir.
> Utilizar a diario el guante de crin, es el mejor instrumento para mantener los músculos firmes y eliminar las células muertas.
> La ducha escocesa alterna el agua fría con la caliente. Gracias a la combinación de temperaturas se consigue mejorar el riego sanguíneo y fortalecer la capa superior del tejido. Igualmente se elimina grasa con mayor facilidad, las células muertas desaparecen con rapidez, logrando una piel más tersa. Cuando se vaya a usar el agua fría empezar dirigiendo el chorro del agua hacia los pies, seguir con las piernas, el tronco y el resto del cuerpo.
> El agua caliente dilata los vasos sanguíneos y relaja los músculos, actúa de sedante para nuestro organismo. Las duchas calientes son recomendables para liberar la tensión acumulada durante el día y facilitar el sueño.
> El agua fría contrae los vasos sanguíneos y estimula la circulación, eliminando el cansancio físico y psíquico.
> Empezar con un chorro de intensidad media, a la misma temperatura que el cuerpo. Ir aumentando gradualmente, dejando caer el agua para relajar los músculos y ligamentos, concentrando el chorro en los puntos tensos o doloridos. Seguidamente empezar a disminuir la temperatura, para terminar la ducha con agua fresca.
> No exponer directamente el cuerpo al agua fría, debe hacerse lenta y progresivamente. Empezar por la cara, a continuación pies y manos y dirigir lentamente el chorro hacia el tronco a través de las extremidades e ir aumentando la zona expuesta. Esta técnica de ducha fortalece el cuerpo frente a los cambios bruscos de temperatura.
© Leonor Sedó
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