Francesca Abella – Una emprendedora en 1862

Una mujer avanzada a su tiempo que no dudó en ponerse al frente de su propio negocio: ‘Cerabella’

[Mujeres Hoy / Empresa – Artículos]

 

Hay pocos negocios que se hayan creado hace casi 160 años y que aún funcionen a pleno rendimiento. Pero son aún menos los negocios que empezaron su andadura a mediados del siglo XIX con una mujer al frente. Es el caso de Cerabella, una empresa cerera de Barcelona fundada por Francesca Abella, una mujer avanzada a su tiempo que no dudó en ponerse al frente de su propio negocio y que hoy, tras cinco generaciones, es una de las pocas empresas que ha sabido perpetuar la memoria de algo más que un oficio: la cerería.

 

Los comienzos de Cerabella

Con una producción que llega hasta los cinco continentes y que cuenta en su haber con colaboraciones de prestigiosos diseñadores, pocas son las personas que saben que Cerabella nació del empeño de una joven, Francesca Abella, que abandonó su pueblo natal, en los Pirineos, tras el fallecimiento de su padre en el río Segre mientras realizaba su trabajo como arriero.

Lejos de conformarse con el papel que la sociedad del siglo XIX le había preparado, como a tantas otras mujeres de su tiempo, Francesca Abella entró a trabajar en una cerería y fue tanta su determinación, que no solo aprendió a dominar y amar el oficio, sino que quiso abrir su propio proyecto, con ella al frente. Una rara avis en el momento histórico que le tocó vivir y donde no era frecuente ver a una mujer en primera línea de un negocio tradicionalmente regentado por hombres, pues el trato con la Iglesia era habitual.

Francesca derribó prejuicios y obstáculos y levantó un negocio próspero que ha sabido reinventarse desde entonces. Hoy la empresa no solo es un de referente, sino que vela por un legado de valor incalculable. Una manera de entender la cerería desde un espíritu inconformista y valiente, respetuoso e innovador, como su fundadora.

 

El negocio

Las velas que se forjaban en el obrador del taller que abrió en la plaza del Pedró tenían una doble misión, crucial en la ciudad condal: iluminar y dar servicio en los frecuentes actos litúrgicos. Eran años en los que la iglesia era su principal cliente, cuando las velas eran un elemento clave y más que común en calles y hogares. 

En esta aventura, ella lideró el negocio, pero no estuvo sola. Emili Oller, un joven 19 años menor que ella y también cerero de oficio, la acompañó. Por exigencia de la época, al casarse una mujer la titularidad del negocio pasaba al marido, explica Antoni Anglès, quinta generación de la saga de cereros: “Francesca era una mujer fuerte pero tuvo que poner la cerería a nombre de Emili pues la sociedad de entonces no aprobaba que una mujer liderara un negocio”.

No pasaron muchos años hasta que el negocio volviera a pasar a sus manos pues, a pesar de ser diecinueve años menor que ella, Emili falleció antes que ella. La cerería volvió a llamarse Cerería de F. Abella o Cerería Abella, un guiño del destino pues su traducción del catalán guarda una estrecha relación con una de las materias primas más preciadas en el oficio y que es también símbolo del negocio desde entonces, la ‘abeja’.

Las velas y la cera

A finales del siglo XIX, la cera era algo más que un material necesario para iluminar calles y hogares. Era también un símbolo de estatus. “Cuanta más cera se consumía en un entierro, más poder adquisitivo tenía el difunto”, explica Antoni Anglés. Tras el fallecimiento de su fundadora, sin descendencia, la cerería quedó en manos de su sobrina, María Abella, una mujer de moral estricta que no solo libró con la llegada del alumbrado eléctrico, sino con la Guerra Civil y el Concilio Vaticano II, que mermó el uso de las velas en muchas celebraciones litúrgicas.

La historia de Cerabella es también la historia de una ciudad, Barcelona, y un país que luchaba por rehacerse en cada paso. Hoy, con Antoni Anglès al frente, descendiente de su carismática fundadora, su existencia parece casi un milagro. “Apenas quedan cererías, las que han sobrevivido al siglo XX se cuentan con los dedos de una mano”, comenta.

 

El desafío constante

Hoy Cerabella se ha convertido en un testimonio ilustre del oficio. Una empresa que lidera una producción 100% handmade in Barcelona que combina diseño y tradición y que quiere llevar a las velas a ser algo más que un objeto de decoración. Una pieza de diseño y funcional, con creaciones propias y a medida y con colaboraciones de creadores de prestigio como Sybilla, Michelle Oka Doner, Tania Costa, Helena Rohner o Muma Soler. Ha desafiado los límites del tiempo para convertirse en un emblema de creatividad, innovación y diseño.

 

Departamento de Comunicación de Cerabella
comunica@cerabella.com
mkt@cerabella.cat
www.cerabella.com

Origen de las imágenes:
Gentileza Cerabella

 

VER:
> Premios ‘Dona TIC 2018’ – Mujeres y tecnología     
> Coctels & Net BCN MAD – Especial Emprendedoras II – La cooperación y el coworking   
> 10 aniversario de PWN (Professional Women’s Network)   
> Tiempo de mujeres 2016 – Foro nacional sobre liderazgo femenino y empresa  
> Mujeres y Dinero: cómo ganar, gastar e invertir – Más mujeres ejecutivas dan mayores rendimientos    
> Programa de Mentoring para emprendedoras, ejecutivas y empresarias – La importancia del liderazgo femenino   
> Las innovadoras fuerzas de desarrollo de la mujer   
> Rossana Orlandi – Galerista, comisaria artística y mecenas – La guía del diseño emergente  
> Laura Sagnier – ‘Más cansadas que infelices – Sobre el reto de ser mujer hoy’ 
Conciliar, entre la desigualdad y la utopía – Las mujeres nacemos con el tiempo ‘hipotecado’