Incógnita sobre los efectos acumulativos de los microplásticos

Se ha demostrado que la ingesta de microplásticos reduce la diversidad bacteriana de la microbiota del colon, además de producir una alteración del equilibrio en los microorganismos presentes. Están en el aire, el agua, los alimentos e incluso en nuestro organismo, pero aún no se entiende del todo sus efectos acumulativos a largo plazo.

[Ciencia – Materiales – Ciencia Macromolecular / Medio Ambiente]

Todo ha ido muy rápido desde que, hace 20 años, el biólogo marino Richard Thompson, de la Universidad de Plymouth (Reino Unido), acuñara por primera vez el término ‘microplásticos’ tras encontrar en la playa partículas mucho más pequeñas que un grano de arroz.

Mientras Thompson tiraba del hilo de los microplásticos en el mar y mapeaba su distribución hasta encontrar que se podían hallar tanto en los polos como en las profundidades, otros investigadores hicieron lo propio con la presencia de estos compuestos en nuestro propio organismo.

 

Cuestión de salud pública

“La investigación en microplásticos se ha acelerado en la medida en que la contaminación ha pasado de ser una inquietud ecologista a una cuestión de salud pública”, explica a SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas), el ambientólogo Alberto Vizcaíno.

“De los avisos tempranos con imágenes de tortugas con el caparazón deformado, cetáceos varados con el estómago lleno de plásticos o albatros muertos de inanición por su ingesta de plástico, hemos pasado a llamadas de atención por la ubicua presencia de microplásticos en todas las muestras analizadas, ya sean de fondos marinos, nieves en cumbres remotas, heces de humanos vivos, tejido pulmonar o cerebros de personas muertas”.

En efecto, tras encontrar restos en la sangre y los pulmones, los científicos no tardaron en hallarlos en los demás órganos. 

Un grupo de la Universitat Autónoma de Barcelona, líderes del proyecto PlasticHeal los encontraron en el hígado o en los riñones, cumpliendo con el siguiente paso de la profecía de Philipp Schwabl, gastroenterólogo y hepatólogo de la Universidad Médica de Viena.

En adelante, los microplásticos fueron apareciendo en cada vez más lugares hasta entonces inesperados: placenta, leche materna, orina, testículos…

 

Lo que aún desconocemos

El gran interrogante es, a día de hoy, qué supone todo esto. En 2022, un equipo del CSIC (Servicio de Información y Noticias Científicas) demostró en ‘Scientific Reports’ que la ingesta de microplásticos reduce la diversidad bacteriana de la microbiota del colon, además de producir una alteración del equilibrio en los microorganismos presentes.

Este factor suele conllevar a un mayor riesgo de ciertas enfermedades, pero como todo lo que rodea a este asunto, es demasiado pronto para comprender bien el ciclo de estos residuos en nuestro organismo: qué sucede cuando llegan a los órganos y si llegan a acumularse.

“Sabemos que están presentes en el aire, el agua, los alimentos e incluso en nuestro organismo, pero aún no entendemos del todo sus efectos acumulativos a largo plazo», dice Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y directora médica en Cigna Healthcare España.

“Muchos de estos plásticos contienen aditivos químicos (fenoles, ftalatos, PFAs…) que actúan como disruptores endocrinos, interfiriendo con el equilibrio hormonal y potencialmente causando efectos adversos en la salud”.

 

Acumulamos o no microplásticos en nuestros cuerpos

En declaraciones al SMC, Roberto Rosal, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Alcalá, cree que toda la investigación sobre este tema está sujeta a muchos matices.

“Es cierto que la contaminación por residuos plásticos ha aumentado en las últimas décadas debido al uso irracional que se hace de este material y a su inadecuada gestión como residuo”, explicaba al hilo de un artículo reciente.

“Sin embargo, esto no constituye por sí solo una demostración de que estemos acumulando plástico en nuestros cuerpos”.

Incluso las mediciones de cuánto microplástico ingerimos realmente están sujetas a una enorme disparidad.

“Nuestros propios cálculos, obtenidos en muestras de agua embotellada en plástico (PET), indican que la concentración media es de 1.61 µg/L”, mostraron Rosales y su equipo en otro artículo en ‘Scientific Reports’.

“Esto implica una exposición de 4–18 ng por kilogramo de peso corporal al día o, dicho de otra forma, una persona que consuma 2 litros de agua al día necesitaría 850 años para ingerir 1 gramo de plástico”.

Tras haberlos encontrado en cada rincón de nuestro cuerpo, aquí está la próxima frontera para los científicos: comprender qué nos están haciendo realmente los microplásticos.

 

Ver la parte I de este artículo: Microplásticos en cada rincón de nuestro cuerpo.

 

Fuente:
SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas)
Derechos: Creative Commons

Autor: Antonio Villarreal
Periodista especializado en ciencia y orgulloso colaborador de SINC.

Origen de la imagen:
rawpixel.com – freepik.es

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