Jean-Pierre Sauvage – Premio Nobel de Química 2016 – La nanomedicina
Jean-Pierre Sauvage, especializado en química supramolecular y nanotecnología, se enorgullece de lo que su equipo avanzó en la síntesis de moléculas que podrían desplazarse como un minirrobot a través de nuestro torrente sanguíneo, pero cree que aún están lejos las posibilidades de encontrarles aplicaciones.
[Ciencia – Entrevistas]
Jean-Pierre Sauvage (París, 1944) ganó el Premio Nobel de Química 2016, junto al escocés James Fraser Stoddart y el neerlandés Ben Feringa, por el diseño y la síntesis de máquinas moleculares extremadamente pequeñas, que un día podrían desplazarse por el torrente sanguíneo para acceder a órganos que alojen células tumorales, entre muchas otras potencialidades quirúrgicas y terapéuticas.
Discípulo de Jean-Marie Lehn (Premio Nobel de Química 1987), el actual profesor emérito de la la Universidad Louis Pasteur de Estrasburgo (Francia) fue, hasta 2009, director de Investigación del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) y hoy, entre otras, ejerce funciones como asociado extranjero en la Academia Nacional de Ciencias de EE UU, en la que ingresó en abril de 2019.
Especializado en química supramolecular y nanotecnología, el profesor Sauvage se muestra satisfecho por lo que su equipo ha podido avanzar en la síntesis de moléculas capaces de realizar las funciones de un minirrobot dentro de nuestro cuerpo.
Sin embargo, es muy sincero sobre las posibilidades de encontrarles aplicaciones prácticas en un horizonte cercano. No quiere dar falsas esperanzas sobre el tiempo que aún resta para que estos hallazgos en ciencias básicas den paso a nuevos enfoques en la clínica médica. Y tiene clara la prioridad: hay que investigar en biocompatibilidad. […]
Entrevista
El cordial encuentro con Sauvage se produce en el marco de la edición del Festival Internacional de Ciencia Passion for Knowledge 2023, organizado por el Donostia Inernational Physics Center, en San Sebastián (España), a principios de octubre, precisamente en el día y a la hora en que se anunciaba el Nobel de Química 2023, lo que le lleva a recordar la llamada de Estocolmo y su incredulidad inicial: “Pensé que era una broma”.
Analía Iglesias: Si algo es seguro, a la hora de sentarse con expectativas frente al nuevo fallo del Nobel, es que se premia a investigadores de grandes laboratorios de países centrales. ¿Le resultan notorios esos desequilibrios entre el sur y el norte en materia de oportunidades científicas?
Jean-Pierre Sauvage: Sí. Así es. Aunque esto es menos cierto en el caso de las matemáticas. En esta disciplina son muy importantes los que provienen del llamado sur. Por ejemplo, de la India. Además, las matemáticas son árabes… Por cierto, álgebra es una palabra que viene del árabe.
Pero, en efecto, las ciencias experimentales son caras. Por eso hace falta que sean los países ricos los que investiguen. Es una injusticia, pero así funciona.
El Nobel a compartir
Analía Iglesias: Los Nobel suelen reconocer a varios científicos al mismo tiempo. Ese fue el caso del vuestro, en 2016, que premió sus aportaciones, las de Ben Feringa y las de Fraser Stoddart ¿Cómo se dan esos intercambios entre gente de diferentes países?
Jean-Pierre Sauvage: La ciencia experimental es todo trabajo en equipo, desde estudiantes de tesis a investigadores posdoctorales.
En nuestro caso, en Estrasburgo, hay investigadores profesionales y otros que vienen a pasar un tiempo en el laboratorio, en particular del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), o profesores universitarios. Así se forman equipos. Por esto, no se puede decir que Sauvage hizo una máquina, sino que su equipo y él hicieron una máquina. […]
Los nanorrobots y el Nobel
Analía Iglesias: ¿Qué aportaron cada uno de vuestros tres laboratorios para hacer funcionar esos nanorrobots que les valieron el Nobel?
Jean-Pierre Sauvage: Nosotros teníamos que fabricar máquinas moleculares que contuvieran elementos metálicos, como el cobre. Y así podríamos ‘hablar’ con ellas, hacerlas moverse usando señales eléctricas o señales fotónicas (luz a través de metales).
Stoddart se encargó de la parte de química orgánica y Feringa hizo exclusivamente lo que tiene que ver con la luz. Se trataba de moléculas orgánicas, pero los movimientos son dirigidos por la luz.
En su caso, lo realmente impactante es que consiguieron que las moléculas girasen en un sentido o en el otro, pero siempre en la misma dirección.
En su propio laboratorio venían de desarrollar los catenanos, que fueron las primeras máquinas moleculares artificiales, ya a inicios de los años 80…
La primera máquina consistió en hacer girar un anillo dentro de otro, a través del cobre. Después continuamos, nos dio mucho placer desarrollar esa investigación y llegó el Nobel.
Analía Iglesias: Con ese hallazgo, ¿ustedes pensaron que la ciencia sería capaz de conseguir el transporte de medicamentos —o que se podrían practicar cirugías— haciendo circular las nanomáquinas por el cuerpo?
Jean-Pierre Sauvage: Han pasado seis años desde el premio, pero aún estamos lejos de eso. Digamos que hay bastantes equipos intentando encontrar sistemas para matar células cancerígenas.
Una de las posibilidades consistiría en enviar máquinas que se adhieran a las células cancerosas y liberen un fármaco para destruirlas. Esa es una opción puramente química en la que hay laboratorios trabajando. Algún día funcionará. […]
La nanomedicina
Analía Iglesias: En este momento, ¿cuál cree que es el reto que debería aportarse desde su campo de estudio?
Jean-Pierre Sauvage: En nanomedicina, encontrar máquinas que sean capaces de llegar a las células cancerosas y terminar con ellas. Esta es una de las prioridades en cuanto a las aplicaciones.
Analía Iglesias: ¿Qué nos falta ahora para lograrlo?
Jean-Pierre Sauvage: Tienen que ser máquinas moleculares biocompatibles. En este campo no ha habido tanto interés hasta ahora. La investigación en biocompatibilidad debe ser prioritaria, porque las máquinas que podríamos usar hoy son tóxicas y serían rechazadas por el organismo.
Si tuviera 20 años menos, sería un proyecto de investigación que lanzaría: intentar fabricar máquinas moleculares biocompatibles. Así se podrían inyectar en un organismo vivo, con una función específica.
Cambio climático
Analía Iglesias: ¿También han estado interesados en el terreno del cambio climático, analizando la posibilidad de contar con mejores catalizadores de CO2 para conseguir aprovechar ese gas y transformarlo en otros combustibles o materiales?
Jean-Pierre Sauvage: Sí, trabajamos en conversión del CO2 en moléculas orgánicas. Hay mucho trabajo en ese campo para conseguir transformar los gases de efecto invernadero en metano o en algo interesante, que consiga conservar el dióxido de carbono, en lugar de que este se disperse en la atmósfera.
El gran problema es que se necesita una fuente de energía. El CO2 es una molécula muy, muy estable, y si quieres transformarla en algo interesante, necesitas energía, o luz como fuente de energía, como sucede con la fotosíntesis, que posibilita que se convierta en azúcares.
Analía Iglesias: Hay que poner el énfasis en imitar a la naturaleza, que siempre aporta soluciones interesantes, ¿por qué mecanismos se decanta usted?
Jean-Pierre Sauvage: La fotosíntesis es fantástica. Tenemos agua, luz, CO2 y obtenemos azúcar y oxígeno. Solo eso ya sería formidable. Este proceso químico con herramientas hechas por el hombre resultaría muy interesante.
Analía Iglesias: ¿Cree que podremos alimentar máquinas y catalizadores con luz?
Jean-Pierre Sauvage: Es posible, ese es el futuro. Soy optimista y creo que, a medio y largo plazo, podremos utilizar la energía solar de forma mucho más eficiente.
La recompensa: un descubrimiento
Analía Iglesias: ¿Qué le diría a todas las personas que trabajan en un laboratorio de Química y que probablemente sepan que nunca van a ganar un premio de la envergadura de un Nobel?
Jean-Pierre Sauvage: En mi caso, nunca fui pretencioso. Y no miro a los demás por encima del hombro después de ganar el Nobel. Digamos que yo también he pasado 12 horas al día en un laboratorio durante décadas, y lo he disfrutado.
Si eres feliz en tu trabajo, estupendo, aunque no ganes el Nobel u otro galardón, si las condiciones son buenas.
No en todos lados es así, es cierto, pero tu recompensa como investigador es haber hecho un descubrimiento, aunque sea modesto, dar con algo original y luego publicar un artículo para anunciar a la comunidad internacional lo que has encontrado.
[…] Analía Iglesias: El Nobel de este año, ha sido para Moungi Bawendi, Louis Brus y Alexei Ekimov ¿Les conoce? ¿Qué piensa del descubrimiento?
Jean-Pierre Sauvage: Era esperable que alguien como Louis Brus lo ganara. Lo conozco y también su campo de acción. Los puntos cuánticos —un hallazgo que está entre la física y la química— son diminutos cristales semiconductores.
Son importantes en ciencia, pero no necesariamente útiles en alguna aplicación. Con todo, su posible utilidad en el campo de la informática está más cercana que las de las máquinas moleculares.
Analía Iglesias
Periodista con experiencia en medio ambiente, historia y cultura
En SINC trabaja en la comunicación de la ciencia
Publicado por la Agencia SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas)
01-11-2023
Derechos: Creative Commons
Origen de las imágenes:
Fotografía: P4K / Javier Larrea – Publicada por SINC
Imagen: hipertextual.com
Jean-Pierre Sauvage: Wikipedia
Cartel publicitario del Festival Internacional de Ciencia Passion for Knowledge 2023
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