Josep Maria Jujol – Ruta modernista de Sant Joan Despí
El arquitecto colaboró con Antonio Gaudí incluso antes de acabar sus estudios, participando en la Casa Milá, la Casa Batlló y el Parc Güell
[Viajes]
En un corto desplazamiento para distraer el entorno opresivo de la situación actual, es posible encontrar lugares sorprendentes por su interés y su cercanía. Ese fue el caso de la ruta modernista de Sant Joan Despí (Barcelona), y el legado del que fue su arquitecto municipal durante más de veinte años, Josep Maria Jujol.
El arquitecto Josep Maria Jujol
Josep Maria Jujol (1879-1949) era oriundo de Tarragona y un enamorado de Bach y del barroco. Siendo él muy niño, su familia se trasladó a Gracia, la entonces Villa independiente y hoy barrio de Barcelona.
Dotado de gran sensibilidad para los colores y las formas, empezó a recibir clases de dibujo como complemento de sus estudios, al haber demostrado gran sensibilidad e ingenio en la aplicación de los colores y el uso de las formas.
Obtuvo el título de arquitecto en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, dirigida en ese tiempo por Doménech i Montaner. Insignes nombres de arquitectos catalanes de principios del pasado siglo, figuraban entre el elenco de profesores que lo rodearon e influyeron, en especial Antonio Gaudí. Con él colaboró incluso antes de acabar sus estudios, participando en la Casa Milá, la Casa Batlló y el Parc Güell.
Inmerso en pleno movimiento modernista catalán, iniciado a finales del siglo XIX con el objetivo de acoger todas las artes más modernas e innovadoras, expresó su talento repartiendo la actividad entre la enseñanza, la pintura —era un notable acuarelista— e incluso la escultura. Hasta llegar a la última etapa de su vida durante la que dejó su huella en la vecina población del Baix Llobregat.
La Torre de la Creu
Fotografías: © 2021 Marisa Ferrer P.
Solo descender del tren, la Torre de la Creu es la primera muestra de su talento. Fue un encargo de su tía, quien deseaba tener una casa de veraneo como era habitual en aquella época entre las familias acomodadas. Eso ocurría en 1913 y significó el primer paso en la buena relación con la ciudadanía local.
Catalogada como bien cultural de interés nacional, esta construcción está formada por la intersección de cinco cilindros de diferentes dimensiones, divididos por un eje para separar las dos viviendas proyectadas, coronado el conjunto por características torres y chimeneas, rematadas a su vez por la cruz de hierro forjado que le da nombre.
Por los arcos parabólicos del porche se accede a ambas viviendas, decorada su fachadas por cenefas y cintas de color azul resaltado por el blanco de las paredes.
Los mosaicos polícromos del tejado evidencian la influencia gaudiniana en la misma época en la que trabajaba en el templo de la Sagrada Familia. Y como remate final, la forja de la verja que limita todo el recinto.
La masía Can Negre
Fotografía: © 2021 Marisa Ferrer P.
Pocos años después, una nueva oportunidad de desplegar sus habilidades decorativas, se le presentó en forma de encargo de un abogado y propietario de la zona, deseoso de transformar una masía del siglo XVII y darle un aspecto señorial.
Las obras de restauración de la fachada y decoración interior se prolongaron durante más de diez años, entre 1915 y 1930, pero el resultado dejó testimonio de la extraordinaria calidad de sus diseños, convirtiendo la fachada principal en un retablo en honor de la Virgen y el interior en un despliegue de imaginación, siempre siguiendo la estética en boga.
Fotografías: © 2021 Marisa Ferrer P.
La casa Serra-Xaus
Fotografías: © 2021 Marisa Ferrer P.
Dada la discontinuidad de la reforma de Can Negre, Josep Maria Jujol tuvo la oportunidad de trabajar en otros proyectos durante ese periodo. Uno de ellos fue el encargado por Pere Xaus, propietario de una empresa constructora, fuente de empleo para decenas de trabajadores de la zona.
Contratado en 1921, ambos se sumergieron en la construcción de la casa familiar, de planta baja y un piso, más una torre que no llegó a cuajar.
Seis años después, volvieron a colaborar para añadirle otra vivienda, apareciendo así la tribuna cuadrada que se apoya en dos singulares columnas, dando nuevo volumen a las líneas rectas del edificio.
La decoración sigue la norma, esgrafiados de orlas azules y parejas de ocas sobre las ventanas. La valla exterior original está formada por listones de madera en diagonal.
Fotografía: © 2021 Marisa Ferrer P.
La casa Rovira
Un año antes había modificado la fachada de la casa recién edificada por Antoni Rovira, añadiéndole el frontón triangular enmarcando el esgrafiado con la figura de San Antonio de Padua, además de diversos dibujos de flores y frutas diseminados por los pisos superiores.
Fotografía: © 2021 Marisa Ferrer P.
La casa Jujol
La incomodidad de los desplazamientos frecuentes le decidió a construir una casa para sí, tarea que emprendió en 1932. Situada enfrente de la de Pere Xaus, la casa Jujol consta también de dos viviendas en un edificio en forma de ‘L’, decorado con las típicas orlas y motivos animales y vegetales en su color favorito: el azul.
Fotografías: © 2021 Marisa Ferrer P.
La amistad con personas relevantes de la comunidad y su buen hacer le llevaron a ser requerido con frecuencia. No es difícil encontrar las huellas del paso de Josep Maria Jujol Jujol en forma de torres de veraneo, pináculos de ‘trencadís’, algún vitral o trabajos de forja en puertas y ventanas, como muestra de un movimiento político cultural que durante treinta años buscó la modernización de la cultura, precisamente conocido como Modernismo.
Marisa Ferrer P.
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