El hada de la botica – Una mujer farmacéutica – Sus sueños I
En esta época de grandes centros comerciales y grandes superficies, se agradece que aún existan lugares ‘pequeños’, acogedores y cordiales, como el de Maite, en los que el trato personal prime por encima del negocio y la frialdad.
[Relatos]
Sus sueños
En estos relatos, pretendo hablar de mujeres que persiguen sus sueños y que tienen la suerte de conseguir realizarlos. No son excepcionales, no son diferentes de otras, lo único que las une es que han tenido la fortuna de poder dedicarse a lo que querían, ganarse la vida de la mejor manera que saben o pueden.
Unas veces es más fácil que otras y en ocasiones no se consigue porque intervienen circunstancias externas que desvían la voluntad. No es extraño tener que intentarlo varias veces pero, si al final el proyecto cristaliza, es justo disfrutarlo.
Cómo conocí a Maite
Como cualquier currante de horario fijo, cada día sigo la misma ruta matutina para ir al trabajo. Es un buen tramo de una de las calles principales, antigua vía romana, del barrio de Gracia (Barcelona), que elegí porque era la más directa; aunque me apetecía caminar para despejarme, tampoco era cosa de pasarse con la distancia.
Me resulta agradable contemplar los diferentes despertares de las varias zonas por las que paso, la algarabía en las puertas de las escuelas o el trajín del mercado. Empecé a recorrer ese camino hace más de veinte años. Y fue entonces y allí que conocí a Maite, la farmacéutica.
Pasaba yo una de mis épocas de inquietud, de voluntad de cambio y pensaba en la posibilidad de montar un pequeño negocio, y ese barrio me gustaba. Sabía poco de él, solamente que había cambiado su actividad rural de grandes explotaciones agrícolas de finales del s XVIII por la de una zona netamente industrial al cabo de un siglo, cuando había sido integrado a Barcelona después de ni cincuenta años de autonomía municipal.
Total, que la casualidad hizo que precisamente descubriera un diminuto local que parecía disponible justo al lado de una farmacia. Entré en ella a buscar información, no recuerdo si porque no había ningún cartel o para ampliar la que éste pudiera dar; lo que sí me quedó en la memoria fue la amabilidad de la farmacéutica pues tratándose de algo que a ella en realidad no le concernía me dio todo tipo de explicaciones. Mi negocio ideal se fue al garete antes de empezar, porque una cosa son los planes y otra muy distinta la realidad.
Maite, la farmacéutica
No fue ése su caso como pude comprobar después. Fui conociéndola mejor porque, a partir de entonces, seguí frecuentando el establecimiento; me sentía bien atendida y, además, estaba en mi ruta diaria. Era muy reconfortante ver cómo trataba a sus clientes, tan afable con los nuevos como cálida con los antiguos.
De carácter decidido y jovial, Maite siempre había soñado con ser farmacéutica. Esa entonces jovencísima mallorquina dejó su tierra natal, talayots incluidos, para cruzar el mar en dirección contraria a la que tomó el rey Jaime I en el s XIII para recuperar la isla de manos de los almohades. Sólo que ella lo hizo algún que otro siglo más tarde, varias decenas de veces más y con otro propósito.
Eso ya daba una idea de su carácter resolutivo. Se licenció en Farmacia y en Óptica y volvió a Mallorca donde, durante varios años, se dedicó a diversos trabajos siempre relacionados con la profesión que había elegido y con la intención de dedicarse a ella en un futuro no muy lejano.
Aparece Cupido
Lo que no esperaba era que Cupido se cruzara tan pronto en su camino, pues en un ‘reveillón’ en Palma conoció al que se convertiría en el hombre de su vida.
Se encontraron y no han vuelto a separarse, cosa no excesivamente habitual en el mundo de hoy… Cuando decidieron compartir sus vidas surgió el dilema ¿se quedarían en la tierra que les vio nacer o se establecerían en su Barcelona de adopción?
La decisión no fue fácil pero prevaleció el trabajo de él, con más proyección en la ciudad condal, y Maite tuvo que decidirse a buscar allí un local apropiado para lo que ella quería. ‘C’est l’amour!’, como dicen los franceses.
Fotografías: © Néstor Navarrete
La farmacia
En aquellos tiempos había un órgano oficial que coordinaba la concesión de licencias para abrir un negocio de estas características y Toñi, su amiga de la universidad y colega, fue la encargada de hacer las gestiones necesarias, aunque no colaboró con Maite hasta algunos años más tarde.
Y así fue como el proyecto tomó forma en el corazón de la antigua ‘vila’ de Gracia. Desde entonces, vecinos y transeúntes han tenido la oportunidad de disfrutar de sus servicios.
En esta época de grandes centros comerciales, grandes almacenes, grandes superficies, se agradece que aún existan lugares ‘pequeños’, acogedores y cordiales, en los que el trato personal prime por encima del negocio y la frialdad.
Después de todos estos años, Maite se ha visto obligada a cambiar de ubicación, pero solamente unos metros. Un nuevo establecimiento, moderno y luminoso, sustituye al anterior, y sigue acogiendo a sus clientes de toda la vida con la misma dedicación de siempre.
Fotografías: © Néstor Navarrete
Cual auténticas hadas de la botica, Maite y Toñi siguen recordando qué remedio toma la vecina de dos calles más allá, cuándo ha pasado la niña a recoger el medicamento para su mamá o que no han visto al abuelo hace días porque se ha resfriado.
Escuchan con interés las confidencias de muchos y aderezan con amenas charlas la espera de otros si el trabajo no agobia porque parar, no se para. La gente responde a su dedicación y siempre falta en casa algodón o aspirinas.
El ejemplo cunde y una hija también rubia y de ojos color de mar se prepara para recoger el testigo cuando llegue el momento; podrá prepararse a fondo porque para eso aún falta mucho, mucho tiempo.
© Marisa Ferrer P.
eMagazine 39ymas.com
Fotografías: © Néstor Navarrete
2 – 18-02-2017
1 – 04-02-2009