Nadia Murad y Denis Mukwege Premios Nobel de la Paz 2018

 

[Mujeres Hoy / Cultura]

 

El Premio Nobel de la Paz 2018 ha sido otorgado a la activista iraquí de origen yazidí Nadia Murad, de 25 años, exesclava del grupo yihadista Estado Islámico, y a Denis Mukwege, ginecólogo que cura a mujeres violadas en la República Democrática del Congo (RDC).

Ambos, además, fueron ganadores del Premio Sajárov que concede el Parlamento Europeo. El Comité noruego les ha concedido el galardón por la labor de ambos en la lucha contra la violencia sexual.

El Premio Nobel de la Paz es el único de los Nobel que no se otorga ni entrega en Estocolmo. Se entrega en Oslo, por deseo expreso de Alfred Nobel, creador de los premios, ya que en su época Noruega formaba parte del Reino de Suecia.

Los dos premiados compartirán los 9 millones de coronas noruegas (970.000 euros; 1,02 millones de dólares) con que está dotado el Premio, al igual que el resto de los Nobel.

En la edición de este año se habían presentado 331 candidaturas, la segunda mayor cifra de la historia tras la edición de 2016. De los 331 aspirantes, 216 correspondían a personas, mientras que las 115 restantes eran de grupos u organizaciones, según el Comité.

 

Nadia Murad

Nadia Murad Basee Taha (1993) es una activista de derechos humanos iraquí de ascendencia kurdayazidí, embajadora de buena voluntad de la ONU para la Dignidad de los Sobrevivientes de Trata de Personas desde septiembre de 2016. Milita para que las persecuciones cometidas contra los yazidíes sean consideradas un genocidio.

“Los yihadistas quisieron robarnos nuestro honor pero perdieron el suyo», afirmó ante los eurodiputados cuando fue nombrada embajadora de buena voluntad de la ONU. Como parte de su rol de embajadora, Murad participa en iniciativas de apoyo global y local para concienciar sobre el tráfico de personas y refugiados. Nadia se ha mantenido cercana a las comunidades de refugiados y supervivientes, escuchando los testimonios de víctimas de trata y genocidio. Su misión está patrocinada y apoyada por Yazda, la organización global yazidí.

 

Prisionera y esclava sexual del Estado Islámico

La familia de Murad pertenecía a la minoría étnica religiosa yazidí y eran granjeros. En 2014, Nadia tenía 19 años, era una estudiante que vivía en el pueblo de Kojo en Sinjar, al norte de Irak, cuando el 3 de agosto de aquel año llegaron los soldados del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).  Asesinaron a 600 personas – incluyendo a seis de los hermanos y hermanastros de Nadia – y tomaron como esclavas a las mujeres más jóvenes. Aquel año, ella fue una de las más de 6.700 mujeres yazidí tomadas como prisioneras por el Estado Islámico en Irak.

Fue retenida como esclava en la ciudad de Mosul, golpeada, quemada con cigarrillos y violada. Incapaz de soportar tantas violaciones decidió escapar un día en que su captor no cerró con llave. Gracias a la ayuda de una familia musulmana de Mosul, Nadia obtuvo documentos de identidad que le permitieron llegar a un campamento de refugiados en Kurdistán. Allí tomó contacto con una organización de ayuda a los yazidíes que le permitió reunirse con su hermana en Alemania.

En febrero de 2015, dio su primer testimonio a reporteros del diario belga ‘La Libre Belgique’ mientras permanecía en el campamento Rwanga, viviendo en un contenedor. En 2015, fue una de las 1.000 mujeres y niños que se beneficiaron de un programa de refugiados del Gobierno de Baden-Württemberg, en Alemania, que se convirtió en su nuevo hogar.

 

Denuncia de la trata de humanos

El 16 de diciembre de 2015, Murad informó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la trata de humanos y el conflicto, fue la primera vez que el Consejo era informado sobre la trata de personas. ​​

Es poseedora del Premio Vaclav Havel de Derechos Humanos del Consejo de Europa (2016) y del Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia (2016).

 

Nadia Murad, al igual que su amiga Lamiya Aji Bashar, con la que ganó el Premio Sájarov del Parlamento Europeo en 2016, recuerda sin descanso que más de 3.000 yazidíes siguen desaparecidas y que probablemente siguen aún en cautiverio.


«Lo primero que hicieron fue forzarnos a convertirnos al Islam. Después hicieron lo que quisieron»
, relató Nadia a la AFP (Agence France-Presse) en 2016. Al igual que miles de otras yazidíes, fue obligada a ‘casarse’ con un yihadista que la golpeaba, contó en un conmovedor discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York.

El 3 de mayo de 2017, se reunió con el Papa Francisco y el Arzobispo Gallagher en la Ciudad del Vaticano. Durante la reunión pidió ayuda para los yazidíes que siguen en situación de cautiverio por el ISIS, reconoció el apoyo del Vaticano a las minorías y discutió la posibilidad de una región autónoma para las minorías en Irak. Destacó la situación actual y los desafíos a los que se enfrentan las minorías religiosas en Irak y Siria, particularmente de las víctimas y las personas internamente desplazadas, así como de los inmigrantes.​

Su memoria, ‘Yo seré la última: Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico’, fue publicada por Crown Publishing Group el 7 de noviembre de 2017. Es fundadora de la Iniciativa Nadia, una organización dedicada a ayudar a mujeres y niños víctimas de genocidio, crímenes de guerra y tráfico de personas que brinda apoyo para reconstruir sus vidas y comunidades.

“No me resultó fácil hablar de lo que me ocurrió porque no es fácil, especialmente para las mujeres en Oriente Próximo, decir que fuimos esclavas sexuales”, destacó al conocer que le habían concedido el Premio.

 

«Nadia Murad es la testigo que habla de los abusos cometidos contra ella y otros. Ella ha demostrado un valor extraordinario al relatar sus propios sufrimientos y hablar en nombre de otras víctimas», ha declarado el Comité que otorga el galardón.

 

Denis Mukwege

El médico Denis Mukwege, de 63 años, ha pasado gran parte de su vida ayudando a las víctimas de violencia sexual en la República Democrática del Congo. En 1999 fundó, gracias al apoyo de las organizaciones de ayuda internacional, el hospital de Panzi, en la ciudad de Bukavu, al este del país.

Como cirujano jefe de este centro, él y su equipo han intervenido a decenas de miles de mujeres violadas y víctimas de la ablación. «El doctor Mukwege ha condenado repetidamente la impunidad por violaciones masivas y ha criticado al Gobierno congoleño y a otros países por no hacer lo suficiente para detener el uso de la violencia sexual contra las mujeres como estrategia y arma de guerra», ha manifestado el Comité noruego.

En octubre de 2012 sufrió un atentado en el que murió uno de sus colaboradores, justo un mes después de haber dado un discurso en la ONU en el que pedía a la organización una «condena unánime» contra los grupos rebeldes «responsables de actos de violencia sexual». Según el diario local ‘Actualité’ Mukwege dijo al enterarse de que le habían concedido el Nobel de la Paz: «Acepto este Premio por vosotras. Esto demuestra que vosotras ya habéis sido reconocidas. Este Premio no tendría sentido si no reconociera la lucha de la mujer».

 

“Este Nobel supone un reconocimiento del sufrimiento y de la falta de una reparación justa para las mujeres víctimas de violaciones y de violencia sexual en todos los países del mundo y en todos los continentes”, añadió el cirujano.

‘El hombre que repara mujeres’ (título de un documental en su honor) estaba en plena operación cuando le llegó la noticia del Nobel. Su hospital ha tratado a unas 50.000 víctimas de violaciones, entre mujeres, niños e incluso bebés, en dos decenios. Para este médico, las violencias sexuales son “armas de destrucción masiva”.

 

Leonor Sedó 

Páginas de origen de las imágenes:
latinamericanpost.com
news.un.org

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