‘La rebelión de los mayores’ – Paca Tricio

Porque la indignación no se jubila nunca

[Familia – 3ª Edad]

 

Nadie esperaba mucho de ellos. Todos daban a los mayores españoles por amortizados. Habían sacado la cabeza entre las mareas de indignación, sobre todo desde el 11-M, pero nadie creyó que su función fuera más allá de la de meros comparsas.

Hasta ahora. La tercera edad ha decidido que ni se rinde ni acepta que la entierren en vida. Que están muy vivos y exigen sus derechos, ante todo a pensiones dignas, ganadas durante décadas de duro trabajo, y que ahora, año tras año, se encogen con la crisis y la inflación… Y con las que a menudo se ven, además, en la necesidad imperiosa de mantener a familiares adultos en paro.

Los mayores han dicho basta y se han embarcado en una lucha para la que solo conciben un final: la victoria

 

Algunos extractos de la obra

El envejecimiento de la población

«Lo que hoy tenemos no es nada comparado con lo que está por venir. Los cálculos son inquietantes. Si actualmente hay problemas para mantener el poder adquisitivo de las pensiones, las dificultades serán mayores cuando España se disponga a jubilar a la generación más numerosa de nuestra historia, circunstancia que empezará a darse a partir de 2024.

Según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), en 2050 habrá 76 españoles mayores de 65 años por cada 100 en edad de trabajar —hoy esa proporción es de 30 a 100—, lo que nos convertirá en el segundo país más envejecido del planeta, tras Japón. Ese año habrá más jubilados en España que menores de 14 años».

 

Los mayores como motor de la economía y no como carga pasiva de los Presupuestos

«El Instituto Nacional de Estadística (INE) prevé que en el año 2050 más del 30% de los españoles serán jubilados. Estamos llamados a ser el grueso más importante, por volumen, de toda la población, pero a fecha de hoy, ni estamos en los órganos de poder, ni aparecemos en el escaparate mediático en el que se mira la sociedad, ni figuramos en la agenda pública. Y si estamos reflejados en los Presupuestos Generales del Estado es solo como una carga pasiva, como un gasto para la Seguridad Social, no como uno de los motores de la economía, que es lo que también somos.

Formamos el grupo de edad que más influye en el comercio y el consumo del país, nuestra presencia es decisiva para que la economía funcione y se genere riqueza y empleo, para que las marcas vendan los productos que nosotros compramos, para que los hoteles capeen las temporadas bajas con los miles de turistas del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) que ocupamos sus establecimientos en invierno, para que millones de trabajadoras y trabajadores, nuestros hijos, puedan conciliar la vida laboral y la familiar gracias a la ayuda que les prestamos en el cuidado y la atención de los nietos y la aportación económica que habitualmente les hacemos con nuestra exigua pensión».

 

El síndrome del abuelo esclavo

«Los abuelos estamos encantados de atender a nuestros nietos todo el tiempo que haga falta y de ayudar a nuestros hijos en todo lo que ellos necesiten. Pero tan cierto es esto como rechazable resulta, por injusto, que la sociedad pretenda descargar sobre nosotros los infernales ritmos de vida a los que se ven sometidos los padres y madres trabajadores.

No, señores empresarios y gobernantes: no puede ser que los abuelos seamos los paganos de la falta de conciliación laboral y familiar; no puede ser que seamos el colchón sobre el que recae el desastre de organización que padecen tantas y tantas empresas; no puede ser que nuestros intereses no cuenten, ni tampoco nuestros horarios, ante las urgencias de las compañías y de sus desquiciados equipos de trabajo.

No puede ser que los horarios de los abuelos no cuenten en absoluto a la hora de organizar los planes semanales de la familia.No puede ser que nuestras citas con el médico, nuestras clases en la academia de adultos o nuestras visitas a los amigos tengan para nuestros hijos un valor tan despreciable que pueden obligarnos a prescindir de ellas porque de repente les han puesto una reunión imprevista en la oficina».

 

Ni ancianos, ni viejos, ni abuelos… ¡Mayores!

«Por eso, me gusta definirme como mujer mayor, porque es la denominación que permite menos estigmatizaciones. Al anciano, al viejo y al abuelo se les ve siempre a través del prisma negativo de lo caduco y lo acabado, por bonitas que sean esas palabras y hermoso sea el significado que evocan. En cambio, el mayor es alguien que tiene un recorrido por delante, que puede defender sus derechos, que aspira a tener presencia en la sociedad».

 

Lo que cobran los pensionistas 

«Actualmente, la pensión media en nuestro país apenas llega a los 700 euros. Insisto: la media. La mayoría recibe entre 1.000 y 2.000 euros y hay una élite, equivalente al 13 % de la población pensionista, que cobra más de 2.000 euros. Pero atención: un 38% de las personas mayores de 65 años ingresa menos de 750 euros mensuales y hay una minoría silenciosa, que suma alrededor del 15 % de la población jubilada, que cobra menos de 500 euros. Algunos de ellos, sobre todo de ellas, ya que la mayoría de las receptoras de pensiones mínimas son viudas, llegan a recibir alrededor de 300 euros, no más».

 

Sencillamente, no aparecemos

«Sin embargo, hablamos de un grupo de población formado por 8,9 millones de mujeres y hombres. Este es el número de españoles que a principios de 2018 tenía más de 65 años. Un colectivo que hoy representa a casi el 20% de la sociedad y que no para de crecer año a año. No sé qué pensarán los representantes públicos, pero creo que este colectivo reúne a demasiada gente viviendo, consumiendo, participando y votando para que su voz lleve tanto tiempo silenciada y sus intereses, menospreciados».

 

La gota que colmó el vaso: la carta de Fátima Báñez

«Hay que señalar un acontecimiento que desató nuestra indignación, ese fue, sin duda, abrir en enero de 2018 nuestros buzones postales y encontrarnos con la carta que nos envió la entonces ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, para anunciarnos a bombo y platillo, como si fuera la mejor de las noticias del mundo, que nos iba a subir la pensión un 0,25 %. Aquella fue la gota que colmó el vaso de nuestro cabreo. Si ya era motivo de enfado que nos comunicaran por tercer año consecutivo que nuestras pensiones iban a incrementarse menos que el Índice de Precios de Consumo (IPC) y que nuestra calidad de vida se iba a ver nuevamente deteriorada, lo más irritante de aquella carta fue el tonillo de autosuficiencia y paternalismo que su firmante empleaba para dirigirse a nosotros, casi sugiriendo que deberíamos darle las gracias por haber tenido la deferencia de ofrecernos esa mísera subida. En el colmo de la indignación, en esos días nos enteramos de que el dinero que el Gobierno se había gastado en el envío de esa bochornosa carta era mayor que la suma del aumento de nuestra pensión.

Solo una clase política que desconoce la situación real de los jubilados puede utilizar la carta oficial del anuncio de la actualización de nuestras pensiones para recordarnos los logros económicos conseguidos por el Gobierno y afirmar que la Seguridad Social reconoce hoy más prestaciones y derechos que nunca, algo que es rotundamente falso».

La autora

Paca Tricio es presidenta de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP) y secretaria de la Plataforma de ONG de Acción Social (POAS). A lo largo de su carrera, ha compaginado el trabajo en la empresa privada con la actividad en asociaciones no lucrativas, como la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), la Coordinadora de ONG Intervinientes en Drogodependencias (COID), la fundación Unión para la Asistencia e Integración de la Tercera Edad (UNIATE), la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) y la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU). Fue miembro de la ejecutiva responsable del desarrollo de la II Asamblea Mundial del Envejecimiento, celebrada en Madrid en 2002. En 1991 fue condecorada con la Encomienda con Placa de la Orden de Alfonso X el Sabio.

 

Departamento de prensa
Editorial Península – Grupo Planeta

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