Ser mujer en el Egipto de los Faraones
[Barcelona Eventos / Cultura – Egipto]
Centro Cívico de la Sagrada Familia, Barcelona
«Ser mujer en el Egipto de los Faraones» por Natividad Sánchez
30 de Setiembre de 2015
Fotografías: ©2015 Marisa Ferrer P.
El Centro Cívico de la Sagrada Familia ha iniciado de nuevo sus actividades después del cierre veraniego aprovechado para obras de restauración y reforma, y una de sus primeras actividades ha sido dar cabida en su auditorio a la conferencia dictada por Natividad Sánchez, escritora, licenciada en historia y apasionada investigadora de la antigua civilización egipcia.
Bajo el título “Ser mujer en el Egipto de los Faraones”, la conferenciante ha expuesto de forma resumida pero amena el decurso de la vida femenina en la tierra y época de los faraones, aquellos personajes reales convertidos en leyenda a fuerza de siglos.
Por lo que se sabe el lugar que ocupaba la mujer en el Antiguo Egipto era mejor que el ocupaba en otras culturas de la época, e incluso de épocas posteriores. Aunque hombre y mujer tradicionalmente tenían prerrogativas bien diferenciadas en la sociedad, no parece que hubiera una barrera insuperable para quien quisiera variar el esquema. El egipcio de aquel tiempo no reconocía a la mujer como igual al varón, sino como su complemento. Las egipcias se beneficiaron de una posición que se encontraba en pocas sociedades.
Bajo la premisa de que poco puede saberse de las clases inferiores dada la falta de rastros creíbles, Naty Sánchez ha hablado a los asistentes de cuanto ha podido irse deduciendo a lo largo de años de estudio de los inconmensurables tesoros escondidos bajo las ardientes arenas del desierto, guardianas y conservadoras de ampulosas tumbas y grandiosos templos, erigidos para gloria de aquellos gobernantes de una de las primeras civilizaciones humanas.
Fotografías: ©2015 Marisa Ferrer P.
¿Quién no se ha sentido alguna vez atraído por los misterios de aquellos extraños símbolos grabados en paredes y columnas? ¿Quién no se ha maravillado a medida de que los estudios científicos iban desvelando parte de su significado? Por ellos sabemos del avanzado estado de desarrollo en cuanto a medicina, por ejemplo, o a recursos bélicos con los que aumentar la extensión de sus dominios. O cómo supieron aprovechar la fuerza de las crecidas del caudaloso Nilo para prosperar en sus lindes y sobrevivir a los rigores del sol y del desierto.
Muchos son los ámbitos de estudio de los innumerables rastros encontrados en el pasado y que se siguen encontrando en el presente y la historiadora ha decidido, para esta conferencia, obsequiar a los asistentes con un repaso de las condiciones en que se desenvolvían las mujeres, aun a pesar de que, como ha apuntado, no es posible hacer un retrato generalista de un período de más de tres mil años.
Fotografías: ©2015 Marisa Ferrer P.
Ha mostrado los signos usados para definir la palabra mujer, esposa, que son los mismos que para pozo o vaca, en su vertiente de dadores de vida, de fecundidad, cuya diosa Hathor, madre de Horus, es el símbolo máximo.
Las representaciones de niñas peleando o ayudándose mutuamente, identificadas por el mechón de pelo o trenza que las distingue de los muchachos, no son sino confirmaciones de su comportamiento, igual que el de las niñas modernas. Eran educadas por tutores y se las representa en ocasiones vestidas para alguna ceremonia, pero habitualmente desnudas y con pájaros en las manos, cosa natural dado el permanente contacto con la naturaleza.
De adolescentes, sus aspiraciones eran las mismas de cualquier joven de su edad, enamorarse, escribir poemas y esperar encontrar al amor de su vida entre los aspirantes. Ya desde esa edad, las mujeres egipcias se mostraban muy pendientes de su apariencia, de su aseo y cuidado personal, consumidoras de mil y una esencias y afeites con que resultar agradables a quien las contemplara. Usaban pequeños frascos de aceites colocados sobre la cabeza, que iban derramando su contenido al paso de las horas creando una aureola de fragancias a su alrededor y usaban los kalasiri, túnicas largas de una pieza, ceñidas y sujetadas por tirantes cubriendo el pecho o no, casi siempre blancas aunque a veces podían ser de otros colores, y con muchos complementos; hasta la llegada del Imperio Nuevo, cuando aparecieron los vaporosos velos reflejados en las pinturas, en un alarde de primor demostrado por los artistas capaces de reflejar con sus cinceles y con sus pigmentos las etéreas prendas tanto en la áspera piedra de los templos como en las delicadas pinturas de las tumbas.
Por documentación dispersa, fragmentos de contratos o de cartas, se han podido deducir algunas cosas, como que gozaba de una protección legal notable, conservaba su nombre después de casarse según un contrato matrimonial, después de lo cual se convertía en el centro del hogar, el eje alrededor del cual giraba la familia. Se podía divorciar y quedar cubierta económicamente, podía trabajar de manera autónoma aunque no en todos los oficios pero sí para contribuir a la economía familiar, recibía herencias y las otorgaba.
Fotografías: ©2015 Marisa Ferrer P.
En una carta, el rey de Babilonia expresa su extrañeza ante la negativa de Amenhotep II a otorgarle la mano de su hija para rubricar un acuerdo, alegando que las mujeres egipcias no se desposan con extranjeros como moneda de cambio.
La llegada de Akenathon y sus drásticas reformas, ha permitido contemplar escenas domésticas impensables hasta entonces, en las que se puede apreciar a los amantes padres rodeados de sus hijos en actitudes íntimas y nada protocolarias.
En resumen, el grado de influencia de la mujer egipcia, notable en el Imperio Antiguo, decreció notablemente en el Imperio Medio para resurgir de nuevo en el Imperio Nuevo, llegando incluso algunas a detentar cargos importantes en la administración.
Con su interesante exposición, Naty Sánchez contribuyó a que el público asistente ampliara sus conocimientos sobre el papel de la mujer en una época tan remota como fascinante, y quien sabe si a despertar el interés de alguna joven por imitarla en sus estudios, contagiada por su entusiasmo y dedicación.
Marisa Ferrer P.
Barcelona, 30 de septiembre de 2015
Origen de la imagen principal:
British Museum of London