Twitter, Facebook e Instagram – Desinterés latente de los millennials

Junto con Twitter, la degradación de la experiencia del usuario en Facebook e Instagram, con suscripciones escalonadas, la proliferación del discurso del odio y la desinformación, la privacidad vendida como un lujo y la amenaza de la Inteligencia Artificial (IA) Generativa, representa un brusco momento decisivo en el valor de la web social.

[Empresa – Información Digital]

 

La edad de oro de la conectividad está llegando a su fin. “Eliminé mi Facebook hace años, paso por lo menos de tres a seis meses fuera de Twitter al año, y las invitaciones de Bluesky se quedan en mi bandeja de entrada”, me comparte una amiga cuando le pregunto cómo ha cambiado su relación con las redes sociales en las últimas fechas.

«Básicamente solo utilizo Stories [de Instagram] y casi nunca publico en el grid. Lo hago una vez a la semana para poder poner ‘Free Palestine (Palestina libre)’ sin que el algoritmo me castigue. Me niego a tener más cuentas. Ya lo superé”.

Así es ahora, en lo que se denomina el crepúsculo de una era de las redes sociales que redefinió la creación de comunidades y la correspondencia digital.

Para muchos usuarios de la primera generación, Millennials entre los 27 y 42 años, se manifiesta la sensación de que la fiesta se acabó.

 

Los Millennials van dejando las redes sociales

Twitter es mala; lo siento, nunca me referiré a esta red social como X. Instagram está plagada de anuncios e influencers que promocionan cremas faciales y consejos sobre fitness.

TikTok, que en un principio parecía una alternativa más atractiva a YouTube, se asemeja cada vez más a un centro comercial lleno de ‘imitaciones’, en el que se da más importancia al hype (publicidad extrema, marketing a través de la exageración) que a la influencia duradera.

La influencia es un atributo del que Twitter nunca careció, como demuestra la loca carrera de Silicon Valley por llenar el vacío que está dejando su caída. Pasé una cantidad insana de tiempo en la plataforma durante la última década.

Fue la vía del movimiento Black Lives Matter, un megáfono para los usuarios comunes y, a través de una avalancha de tuits sobre las elecciones en Estados Unidos que marcaron e hicieron historia, transformó la cultura en un acontecimiento participativo 24 horas al día, siete días a la semana.

No hay #MeToo sin Twitter, ni el comienzo de un ajuste de cuentas en materia racial en Hollywood. Twitter remodeló el aspecto de la comunicación a través de una lengua vernácula de memes y GIF, donde colectivos residentes como Black Twitter y NBA Twitter destacaron como virtuosos de la forma.

 

Elon Musk y Twitter

Hace más o menos un año que Elon Musk asumió el control de Twitter y, en un tiempo récord, ha dado un mazazo a todo lo que daba a la plataforma social su atractivo único.

Aunque las cuestiones sobre seguridad e inclusión ya eran un problema con el anterior CEO, Jack Dorsey, han empeorado significativamente. Hay un vacío en el universo de las redes sociales que, hasta ahora, Twitter ocupaba con singularidad.

En su apogeo, de 2008 a 2015, antes de que las monedas digitales como los retuits y las visualizaciones reorientaran la manera en que los usuarios interactuaban entre sí, ninguna otra plataforma ofrecía lo que Twitter brindaba, del modo en que lo hacía: conversaciones y análisis en tiempo real y al segundo.

Era una pizarra en blanco, y como tal, era un lienzo para documentar lo que nos ocurría y lo que nos rodeaba. Fue revolucionaria, y pronto lo que recordamos de ella habrá desaparecido.

Si la promesa inicial de las redes sociales era acercar a la sociedad a un ideal virtual, el cambio más reciente en el uso de las plataformas perdió el rumbo.

Junto con Twitter, la degradación de la experiencia del usuario en Facebook e Instagram, con suscripciones escalonadas, la proliferación del discurso del odio y la desinformación, la privacidad vendida como un lujo y la amenaza de la Inteligencia Artificial (IA) Generativa, representa un brusco momento decisivo en el valor de la web social.

 

Disminución del consumo de Internet

[…] Hace poco encuesté a un grupo de amigos, todos ellos adoptantes de las redes sociales de primera generación, como yo, y el sentimiento colectivo era de agotamiento y desinterés.

El modo en que la gente utiliza las plataformas digitales cambió, como resalta Twyman, pero también se percibe que llevamos en Internet mucho tiempo. Todos admiten una disminución del consumo general; según la compañía británica de investigación de marketing GWI, el uso de las redes sociales está en declive.

“Dejé de enviar tuits en mayo”, compartió otro amigo por email. “Básicamente hemos superado la necesidad de estar todos conversando en un mismo sitio”, destaca. “Quizá haya suficientes pruebas de que es algo claramente negativo. Y creo que mi uso lo refleja”.

Fuimos de los primeros usuarios de Twitter. Me uní al servicio en 2008 y me registré oficialmente en 2009 tras una breve ausencia, justo cuando la letra de Young Jeezy, ‘My president is Black’ (‘Mi presidente es negro’), captaba la promesa de lo que traería un mañana mejor, incluso cuando luchábamos por conseguirlo.

Para mi generación, las redes sociales eran algo más que un acceso: eran una oportunidad. La oportunidad de un futuro que parecía fuera de nuestro alcance.

Nos graduamos en plena recesión, convencidos de que existía una garantía de una vida de clase media solo para cargar con la deuda de toda una vida de préstamos estudiantiles. Las oportunidades eran escasas. La inestabilidad era un hecho. No teníamos trabajo, pero sí Wi-Fi. Nuestra única lealtad era la conexión, los unos con los otros. Así que nos conectamos. […]

 

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