Eduardo García Benito – Gran ilustrador de ‘Vogue’ y ‘Vanity Fair’
Eduardo García Benito con sus modernos diseños ejerció una fuerte influencia sobre toda una generación de artistas
[Cultura – Ilustración]
‘Vogue’ y ‘Vanity Fair’
En 1909, Condé Montrose Nast, un empresario americano de St. Louis, compró la revista ‘Vogue’. Lanzada en 1892 por Arthur Turnure, ‘Vogue’ era un pequeño periódico de sociedad leído por la clase alta de Nueva York.
Nast tenía una visión más ambiciosa para la revista y en pocos años el número de lectores de ‘Vogue’ había crecido, convirtiéndose en la publicación número uno del mundo de la moda.
Por otro lado ‘Vanity Fair’, una revista mensual centrada en temas de actualidad con una inclinación por Europa y las artes, apareció en los kioscos en 1914. Un año después Nast se convirtió en el accionista mayoritario de ‘House & Garden’, la biblia del diseño de interiores.
Con estos tres títulos, Condé Nast Publications se estableció con firmeza en el mundo editorial. Ser lector de las marcas Nast significaba estar informado de todos aquellos temas relacionados con la moda, el arte, la música, el teatro, la política, la arquitectura y el diseño, y al más alto nivel.
Un común denominador de todas las publicaciones de Condé Nast, tanto entonces como ahora, fue la importante colaboración de editores, escritores, artistas y fotógrafos de talento.
La importancia de lo visual
Condé Montrose Nast entendió siempre las necesidades de sus lectores y publicistas y comprendió la naturaleza visual del periodismo moderno. Según Nast, el uso de imágenes cautivadoras y exclusivas –sobre todo si eran creadas por los mejores artistas- era esencial.
Eduardo García Benito, quien simplemente firmaba su obra como ‘Benito’, fue uno de estos artistas. Su carrera en Condé Nast comenzó en 1921 y se prolongó durante casi tres décadas.
Español afincado en París, Eduardo García Benito llegó a Condé Nast como miembro de un exclusivo grupo de artistas e ilustradores con la reputación de ser los mejores y los más brillantes; según Nast, Benito era el que gozaba de mayor talento.
Durante los años ’20, y en particular la segunda mitad de esa década, el estilo sin precedentes y la visión de Benito influenciaron el arte y el diseño en todo el mundo.
Eduardo García Benito
Benito nació en Valladolid, España, en 1891 y murió en la misma ciudad 100 años después. Su talento se reveló a una edad temprana y sus estudios comenzaron bajo el tutelaje de Mignon en 1910; dos años más tarde recibió una beca para estudiar en L’Ecole de Beaux-Arts en París.
París en esos momentos era un hervidero creativo que Eduardo García Benito supo aprovechar incluso durante el caos inevitable de la I Guerra Mundial.
En 1915 participó en una exposición colectiva en la Galerie du Foubourg Saint Honoré, seguido por exposiciones en el Salon d’Automne y en la Société Nationale des Beaux-Arts en 1918.
Su primera exposición individual tuvo lugar en la Galerie Sauvage en 1919. España reconoció formalmente el talento de su hijo nativo ofreciendo a Benito una sala completa en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de Bruselas en 1920.
Para ganarse la vida aceptaba encargos de diferente tipo: retratos, murales e ilustraciones para revistas y para publicidad. Sus primeras ilustraciones publicadas aparecieron en las revistas francesas ‘Fantasio’ y ‘Femina’.
Después de la I Guerra Mundial, García Benito trabajaba con un grupo de artistas franceses para la prestigiosa revista de moda parisina de Lucien Vogel, la ‘Gazette du BonTon’.
Fue Poiret, una de las fuerzas creativas de mayor influencia en el París del primer cuarto del siglo XX, quien presentó formalmente a Condé Nast y a Benito en una fiesta en 1920, marcando el inicio de una relación que beneficiaría a ambos durante muchos años.
Eduardo García Benito en América
En marzo de 1921, Condé Nast patrocinó una exposición en la Galería Wildenstein de Nueva York con los artistas de la ‘Gazette’ y la revista ‘The Times’ se hizo eco de las contribuciones de Eduardo García Benito.
La exposición abrió los ojos de Benito a las oportunidades existentes al otro lado del Atlántico. París podía ser la capital cultural del mundo, pero la ciudad donde el capital fluía libremente era Nueva York.
Ya en 1923, Eduardo García Benito se había asentado en un apartamento que daba al ‘Washington Square’ en el céntrico barrio neoyorkino de Greenwich Village.
Poco después se mudaría al barrio de Bronxville, en el norte de Nueva York. Lewis Wurzburg, un ejecutivo de Condé Nast y buen amigo de los Benitos, y el editor jefe de ‘Vanity Fair’, Frank Crowninshield, ambos residentes Bronxville, habían vendido a Benito los encantos de los suburbios arbolados de Nueva York.
Nast desenrolló la alfombra roja para el artista. El número de octubre de 1923 de ‘Vanity Fair’ anunció su llegada a los EEUU con una mención en su lista mensual de los mejores y más brillantes, el ‘Hall de la Fama’ de la revista. Benito aparecía ante los lectores junto con Morris Gest, Igor Stravinsky, Ed. W. Howe y George Belcher.
Cambio de estilo de ‘Vogue’ y ‘Vanity Fair’
Los estilos tradicionales de las revistas, especialmente los de las publicaciones de Nast, no habían cambiado mucho en las últimas dos décadas y resultaban ya anticuados.
Carmel Snow, editor de ‘Vogue’ y el legendario fotógrafo Edward Steichen eran dos de los miembros de la organización que sentían que los bordes decorativos y las pesadas fuentes serif resultaban demasiado rancios.
En 1926, Nast pidió a Benito que sugiriera mejoras en el diseño. Benito propuso un estilo fuertemente influenciado por el Art Deco con un uso generoso de los espacios en blanco, bordes simplificados o inexistentes y usos creativos de las fuentes sans-serif. Esos cambios no se empezaron a realizar hasta tres años después.
Fue en 1929 cuando el Dr. M. F. Agha, un turco proveniente del ‘Vogue’ alemán contratado por Nast como nuevo director artístico (un trabajo que el propio Benito había rechazado unos años antes), que se implementaron los cambios que García Benito había sugerido a Nast.
El sello personal del ilustrador
Aunque Benito publicó de manera constante en ‘Vogue’ y ‘Vanity Fair’ desde el año 1921, su protagonismo como diseñador de portadas, donde realmente dejaría su impronta, se desarrolló con mayor lentitud.
Entre el año 1921 y el 1925, creó unas pocas portadas cada año. En 1926, sin embargo, Benito encontró su propia voz y presentó su sello personal – lo que Condé Nast denominó ‘la Gran Cabeza’. Sus cuadros son obras minimalistas que presentan cuerpos con cabezas y cuellos alargados y con un fondo sencillo de uno o dos colores.
Descendientes directas de las obras de Brancusi o Modigliani de inspiración africana, estas portadas se convirtieron en los ejemplos más claros del estilo Art Deco publicados hasta la fecha.
Nast siempre había insistido que las portadas de ‘Vogue’ debían presentar la moda por encima de cualquier cosa. El periodo entre 1926 y 1929, años dominados por Benito en cuanto a su influencia sobre otros artistas, fue testigo de la caída de esa norma a favor de presentar portadas que ofrecían a su audiencia un nivel de sofisticación y de apreciación artística secundario hasta entonces.
En 1926 y 1927 Eduardo García Benito combinó catorce portadas en las dos revistas americanas. En 1928, firmó once, doce en 1929 y otras once en 1930.
La desaparición de ‘Vanity Fair’
Nast, sin embargo, tenía sus dudas sobre la nueva dirección que habían tomado sus revistas, tal y como lo expresó a Benito en cartas fechadas el 16 de abril de 1929 y 18 de octubre de 1929.
El crack de la bolsa de octubre de 1929 se cobró muchas víctimas y provocó reverberaciones que se hicieron sentir durante años. Sin duda cambió el mundo de Condé Nast, al perder el control de su empresa (al igual que gran parte de su fortuna personal) durante el ‘Viernes Negro’.
En 1930, después de una reunión de Agha con Nast, decidieron tomar otra dirección, dejar el lado tan artístico que tenía hasta entonces la revista y apostar por el lado periodístico.
En 1931 la revista comenzó a tratar de manera directa los problemas económicos y políticos que dominaban la escena mundial. La frivolidad y la ligereza, elementos clave de los dibujos de Benito para ‘Vanity Fair’, fueron reemplazados por la seriedad. La revista fue absorbida por ‘Vogue’ en 1936 debido a la falta de ingresos publicitarios.
Eduardo García Benito después de ‘Vogue’ y ‘Vanity Fair’
Sin embargo el ilustrador también tuvo algo que ver en el decline de su presencia en las revistas. Regresó, primero a París y a España a finales de los años ’20, dedicándose a su obra más personal. Su reputación en Europa, y en particular en España, siguió creciendo.
Pasó gran parte de la década de los ’30 viajando entre los dos continentes. En 1935 presentó una exposición individual en la Galería Wildenstein con cuarenta cuadros, bodegones florales y escenas urbanas, lo que puede explicar por qué no produjo ni una sola página a lo largo de 1934.
El año siguiente fue galardonado con la Medalla de Honor del Club Art Director de Nueva York.
Sus últimas portadas, dibujos libres expresionistas, fueron publicados en 1939 y 1940. Siguió colaborando, realizando trabajos para ‘Vogue Francia’, hasta bien entrados los años ‘50, pero nunca volvería gozar del liderazgo que logró en los años ’20 en el mundo de las revistas. Como artista, sin embargo, gozó de una larga carrera.
Regresó a su casa en Valladolid tras la Segunda Guerra Mundial. Recibió encargos y pintó un gran número de retratos a lo largo de la segunda parte de su vida, incluyendo varios jefes de estado.
En 1978, una serie de instituciones en España organizaron varios homenajes a la contribución de Benito al arte español, incluyendo una retrospectiva y un libro sobre su vida.
Eduardo García Benito cruzó la línea que diferencia al ‘artista’ del ‘artista comercial’ en un momento en el que la barrera que dividía ambos mundos se difuminaba. Con sus modernos diseños esculturales presentes en las páginas de las dos revistas, el ilustrador ejerció una fuerte influencia sobre toda una generación de artistas.
Equipo Torrese
eMagazine 39ymas.com
Fuente:
Sala Municipal de Exposiciones del Museo de la Pasión, Valladolid (España)
Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid
Imágenes cedidas por Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid (España)
Imagen principal: portada de Vogue del 01-09-1926
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